Introducción
4.9 - Promoción de la cultura empresarial y de Innovación. Formación y difusión a la sociedad
La Innovación no debe entenderse de forma exclusiva ligada a la I+D, sino también a la actitud de evolución continua en las empresas, con el objetivo de generar más valor y más resultados. La situación es aceptable en términos de tecnología y en conocimiento, pero no tanto en actitud. Somos poco dados al riesgo, lo que conduce a modelos de negocio poco creativos o arriesgados. Por ello, es necesario fomentar una cultura orientada a valorar a las personas y su talento, y animar a generar nuevas oportunidades para crear empresas. El fracaso empresarial se asocia con el fracaso de la persona y esto debe ser erradicado de nuestra forma de pensar. La cultura de la Innovación también se potencia creando departamentos y procesos de innovación en las pymes. En las grandes empresas, normalmente existen estos departamentos de I+D+i, si bien suelen tener una orientación vertical, perdiéndose el potencial y conocimiento del resto de áreas. Esta última situación también afecta a la administración pública.
Por ello, para fomentar una mejor colaboración entre la Universidad y la Empresa, se ha de pensar como un emprendedor y asumir riesgos. El espíritu inconformista, la búsqueda de la mejora y el cambio constituyen ingredientes presentes en las regiones más innovadoras. Esta actitud no sólo ha de materializarse en la creación de empresas, sino que puede estar presente en empleados por cuenta ajena. En general se debe valorar a los emprendedores innovadores que asumen riesgos inteligentes y no penalizar sus fracasos. Son ellos los garantes de la competitividad y el crecimiento económico regionales.
El Knowledge Economy Index (KEI) del Banco Mundial es un baremo que marca el nivel general de un país en relación a la economía del conocimiento, y determina si el entorno es propicio para que ese conocimiento se utilice de forma efectiva. En este sentido, los cuatro pilares básicos para favorecer el desarrollo económico a través del conocimiento son:
- Un régimen económico e institucional que proporcione incentivos para el uso eficiente del conocimiento, tanto el existente como el nuevo, y la creación de la capacidad emprendedora.
- Una población formada y capacitada que pueda crear, compartir y utilizar de forma óptima el conocimiento.
- Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que faciliten la comunicación eficaz, la difusión y el proceso de información.
- Un sistema de Innovación eficiente formado por empresas, centros de investigación, universidades, think tanks, consultores y otras organizaciones que puedan explotar el volumen de crecimiento de conocimiento global, asimilarlo y adaptarlo a las necesidades locales, creando nuevas tecnologías.
Con el objetivo de incrementar el KEI y mejorar la competitividad, es recomendable mejorar la cultura de Innovación y emprendeduría. Éstas deben de ser partes integrantes de la formación en todos los niveles, especialmente en el universitario.
Finalmente, debemos indicar que estos cambios de valores y la potenciación de la Innovación y de la emprendeduría no se consiguen a corto plazo, debiendo inculcarse a través de la formación tanto secundaria como universitaria. El conocimiento, el uso práctico y la participación han de difundirse, como muy tarde, en las diversas asignaturas relevantes de los estudios universitarios y vocacionales de la juventud y los sistemas de aprendizaje continuos. Parte de esta formación no sólo ha de centrarse en conocimientos técnicos. Ha de enfatizarse también la habilidad de poder retar a nuestras jerarquías y argumentar diferencias. Sólo una actitud de diálogo e intercambio de posturas intelectuales permite acelerar el proceso de Innovación y cerrar la brecha tecnológica y de comercialización que tiene Andalucía en comparación a otras regiones similares.